viernes, 28 de mayo de 2021

EL RUISEÑOR Y LA ROSA, un cuento de Oscar Wilde

En este cuento, un joven se declara a su amada, pero esta, para aceptarle, le exige una rosa roja. Una flor que en esa  temporada era imposible de conseguir. Y ahí aparece el ruiseñor, dispuesto a todo para lograrla.

Lo hemos compartido en muchas tertulias, ya que es un texto para todas las edades. Aunque tengo un recuerdo especial de cuando lo hicimos en un primero de Primaria en una escuela de Valencia. Fue precioso.

EL RUISEÑOR Y LA ROSA

Un ruiseñor vivía en el jardín de una casa. Todas las mañanas una ventana se abría y un joven comía su pan mientras miraba la belleza del jardín.

Siempre caían migajas de pan en el antepecho de la ventana.

El ruiseñor comía las migajas creyendo que el joven las dejaba a propósito para él. Así, creció un gran afecto por aquel que se preocupaba en alimentarlo, aunque sea con migajas.

Un día el joven se enamoró.

Pero al declararse, su amada impuso una condición para retribuir su amor: Que a la mañana siguiente él le trajese la más linda rosa roja.

El joven recorrió todas las floristerías de la ciudad, pero su búsqueda fue en vano. Ninguna rosa, mucho menos roja.

Triste, desolado, fue a pedir ayuda al jardinero de su casa. El jardinero declaró que él podría obsequiarla con petunias, violetas, claveles. Cualquier flor menos rosas. Ellas estaban fuera de temporada; era imposible conseguirlas en aquella estación.

El ruiseñor habiendo escuchado la conversación quedó con pena por la desolación del joven. Tenía que hacer algo para ayudar a su amigo a conseguir la flor.

Entonces el ave buscó al Dios de los pájaros, quien le dijo:

– Tú puedes conseguir una rosa roja para tu amigo, pero el sacrificio es grande y podría costarte la vida.

– No importa, respondió el ave. ¿Qué debo hacer?

– Bien, tendrás que encaramarte en un rosal y allí cantar la noche entera, sin parar. El esfuerzo es muy grande; puede que tu pecho no aguante.

– Así lo haré, respondió el ave. ¡Es para la felicidad de un amigo!

Cuando oscureció, el ruiseñor se encaramó en medio de un rosal que quedaba enfrente de la ventana del joven. Allí se puso a cantar su canto más alegre, pues precisaba esmerarse en la formación de la flor.

Mientras cantaba, una gran espina comenzó a entrar en el pecho del ruiseñor y cuanto más cantaba, más entraba la espina en su pecho. Pero el ruiseñor no paró. Continuó su canto por la felicidad de un amigo. Un canto que simbolizaba gratitud, amistad ... ¡Un canto de donación total por un amigo, hasta de su propia vida!

Por la mañana, al abrir su ventana, el joven se detuvo delante de la más linda rosa roja que se había formado con la sangre del ruiseñor. Ni cuestionó el milagro, enseguida recogió la rosa.

Al ver el cuerpo inerte de la pobre ave, el joven dijo:

– ¡Qué estúpida ave! Teniendo tantos árboles para cantar vino a posarse justamente en medio del rosal que tiene espinas. Por lo menos ahora dormiré mejor, sin tener que escuchar su tonto canto.

Es muy triste, pero desgraciadamente cada uno da lo que tiene en el corazón. Y cada uno recibe con el corazón que tiene.

FIN

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