martes, 30 de noviembre de 2021

Tertulia Literaria Dialógica en el Centro de Formación de la Mujer de Cáritas de Vitoria-Gasteiz.

Hoy hemos tenido la tercera sesión de Tertulias en el Centro de Formación de la Mujer de Cáritas. 

Hemos empezado con un poema de Wislawa Szymborskaska. Premio Nóbel de Literatura: Mi difícil vida con la memoria. Un poema que nos ha hecho reflexionar acerca de nuestra relación con la memoria, con nuestros recuerdos, con los seres más queridos que ya no se encuentran en nosotros. Una lectura compartida que ha sido muy rica en experiencias.

A continuación hemos compartido un artículo de Irene Vallejo: Voces en la frontera, en el que con su habitual maestría nos habla de estereotipos, migración, marginación e invisibilidad. La Tertulia ha hecho que nos coloquemos ante el espejo de esas cuestiones para ver dónde estamos, qué pensamos, qué sentimos y cómo actuamos.

Finalmente hemos compartido en cuento de Jack London: La ley de la vida. En él, el autor nos relata cómo una tribu, al tener que iniciar su migración invernal, deja, como era su costumbre, a un anciano que ya no puede seguir el ritmo del grupo. Esto ha generado un diálogo que ha ido desde la tristeza que producía el abandono, la crueldad del mismo, hasta el entender, no justificar, ese tipo de conductas. Ahora bien, ante la afirmación de que eso ya no ocurre en nuestra sociedad, hay quien ha argumentado que el abandono de los ancianos a su suerte sin llevarlos al hospital que acaeció en la Comunidad de Madrid durante la primera fase de la pandemia y que originó la muerte de varios miles, supone un acto de mayor crueldad que el que nos narra Jack London en su cuento.

MI DIFÍCIL VIDA CON LA MEMORIA. Un poema de la Premio Nóbel de Literatura, Wislawa Szymborskaska.

Soy mal público para mi memoria.
Quiere que continuamente escuche su voz,
y yo no dejo de moverme, carraspeo,
escucho y no escucho,
salgo, regreso y vuelvo a salir.
Quiere ocupar mi atención y mi tiempo por completo.
Cuando duermo le resulta fácil.
De día, depende, y eso le molesta un poco.
Me desliza insistente antiguas cartas, fotografías,
trata hechos importantes y sin importancia,
pone la mirada en paisajes inadvertidos,
los puebla con mis muertos.
En sus historias siempre soy más joven.
Es agradable, sólo que para qué seguir insistiendo en eso.
Los espejos me dicen otra cosa.
Se enfurece cuando me encojo de hombros.
Y, vengativa, me echa en cara todos mis errores,
graves, luego fácilmente olvidados.
Me mira a los ojos, espera a ver qué digo.
Al final me consuela con que pudo haber sido peor.
Quiere que viva ya sólo con ella y para ella.
De preferencia en una habitación oscura y cerrada,
y en mis planes hay siempre un sol presente,
nubes actuales, caminos en curso.
A veces estoy harta de su compañía.
Le propongo separarnos. Desde hoy y para siempre.
Entonces sonríe compasiva,
pues sabe que para mí también sería una condena.


VOCES EN LA FRONTERA. Un artículo de Irene Vallejo, Ciudad de México / 14.05.2021

Todos somos descendientes del viaje y, sin embargo, este mundo margina 
a refugiados, migrantes y sin techo.


Todos somos extranjeros en la mayor parte del mundo, pero no vivimos esa extrañeza con igual intensidad. El miedo y la amenaza electrizan las fronteras, las aduanas, las inspecciones de inmigración. Cuando aterrizas, unos agentes escudriñan tu pasaporte y tu cara como dos falsificaciones mal acopladas. A tu alrededor, percibes la tensión en los ojos rasgados, los turbantes, los velos, las pieles oscuras: las maletas de los estereotipos no se facturan pero pasan factura. Algo queda del territorio hostil del western en los páramos de esas terminales internacionales. Sabes que hay más terror en algunos aeropuertos que en los aviones, hemos desafiado con mayor éxito la fuerza de la gravedad que la de los prejuicios.

En los años cuarenta del pasado siglo, exiliado tras la Guerra Civil, el escritor español Ramón J. Sender se refugió en México, después en Estados Unidos. Conocía bien la mirada del odio: su mujer, Amparo Barayón, fue fusilada, y él siempre pensó que había muerto en su lugar. La huella de ese recuerdo terrible impregna su literatura. Relatos fronterizos describe un viaje en autobús por Texas. Allí conoce a una niña enferma de oscuros ojos calcinados por la fiebre, y a su madre. En una parada, los tres entran juntos en un drugstore para comprar aspirinas. Tomándolos por una familia latina, la empleada de la farmacia reacciona como si no estuvieran. Sender escribe: “Nunca había imaginado lo que es no ser nadie. Aquella mujer se negaba a aceptar que existiéramos y lo hacía con una dolorosa naturalidad. No habíamos nacido, no desplazábamos el aire ni ocupábamos lugar. No nos veía. Se negaba a vernos. […] Yo podía no existir, pero la niña necesitaba ayuda. Ella sí que existía”. Ramón se enfurece, grita: acaban de arrojarlos a la orilla áspera de la humanidad. Dos policías les expulsan del establecimiento, sin permitirles comprar los calmantes para Yolanda, la chiquilla de ojos negros. Recuerdas los versos de la poeta mexicana Jimena González, que hoy resuenan con otros ecos: “Alzo la voz para no negarnos,/ porque tenemos nombre/ y no dejaremos que lo olviden”.

Sender, como ellas, sabía que el racismo no emerge únicamente ante el color de la piel o los rasgos que dibujan un rostro. Nadie llama inmigrante a un deportista extranjero de sueldo millonario ni a un prestigioso ejecutivo de otro país. El dinero abre las fronteras, mientras los desamparados llevan vidas apátridas en su tierra natal. Es fácil detectar la discriminación en el ojo ajeno sin ver la aporofobia en el propio. En este mundo del dar para recibir, molestan quienes en apariencia poco pueden ofrecer: refugiados, migrantes, sin techo.

Todos los imperios —ayer, ahora, siempre— se edifican sobre un cimiento mestizo de civilización y barbarie. El historiador Tácito escribió sobre las campañas de los romanos: “a la rapiña, el asesinato y el robo, los llaman por mal nombre gobernar; y donde crean un desierto, lo llaman paz”. Junto a los logros del progreso, guardamos una memoria atravesada por las guerras raciales, las cicatrices de la esclavitud, la apropiación de las tierras de pieles más pobres. Haberlo vivido, ser nadie para alguien, cambia la mirada. Por eso Sender situó su novela El bandido adolescente en Nuevo México, pocos años después del tratado de Guadalupe Hidalgo que anexionó a Estados Unidos más de la mitad del territorio mexicano. Allí late el desarraigo de esos habitantes que, de la noche a la mañana, pasaron a ser ciudadanos de segunda en un nuevo país. Ellos no se movieron, se movió la frontera.

Sender transitó en aquella tarde tejana de la orilla privilegiada a los páramos de la intemperie. En realidad, todos somos —sin excepción— descendientes del viaje. Los datos genéticos apuntan en una dirección clara: los ancestros de los humanos modernos vivieron en África hace entre cien mil y doscientos mil años. Los europeos fuimos africanos durante una larga etapa del pasado. En ese extraño trayecto histórico, la especie vagabunda desarrolló un cerebro temeroso del diferente. La humanidad comparte esta paradoja disgregadora: nuestra memoria es, a la vez, racista y extranjera.


LA LEY DE LA VIDA. Un cuento de Jack London.

Este cuento lo hemos compartido en la Tertulia del Centro de Formación de la Mujer de Cáritas de Vitoria Gasteiz. En él, el autor nos relata cómo una tribu, al tener que iniciar su migración invernal, deja, como era su costumbre, a un anciano que ya no puede seguir el ritmo del grupo. Esto ha generado un diálogo que ha ido desde la tristeza que producía el abandono, la crueldad del mismo, hasta el entender, no justificar, ese tipo de conductas. Ahora bien, ante la afirmación de que eso ya no ocurre en nuestra sociedad, hay quien ha argumentado que el abandono de los ancianos a su suerte sin llevarlos al hospital que acaeció en la Comunidad de Madrid durante la primera fase de la pandemia y que originó la muerte de varios miles, supone un acto de mayor crueldad que el que nos narra Jack London en su cuento.

LA LEY DE LA VIDA

El viejo Koskoosh escuchaba ávidamente. Aunque no veía desde hacía mucho tiempo, aún tenía el oído muy fino, y el más ligero rumor penetraba hasta la inteligencia, despierta todavía, que se alojaba tras su arrugada frente, pese a que ya no la aplicara a las cosas del mundo. ¡Ah! Aquélla era Sit-cum-to-ha, que estaba riñendo con voz aguda a los perros mientras les ponía las correas entre puñetazos y puntapiés. Sit-cum-to-ha era la hija de su hija. En aquel momento estaba demasiado atareada para pensar en su achacoso abuelo, aquel viejo sentado en la nieve, solitario y desvalido. Había que levantar el campamento. El largo camino los esperaba y el breve día moría rápidamente. Ella escuchaba la llamada de la vida y la voz del deber, y no oía la de la muerte. Pero él tenía ya a la muerte muy cerca.


Este pensamiento despertó un pánico momentáneo en el anciano. Su mano paralizada vagó temblorosa sobre el pequeño montón de leña seca que había a su lado. Tranquilizado al comprobar que seguía allí, ocultó de nuevo la mano en el refugio que le ofrecían sus raídas pieles y otra vez aguzó el oído. El tétrico crujido de las pieles medio heladas le dijo que habían recogido ya la tienda de piel de alce del jefe y que entonces la estaban doblando y apretando para colocarla en los trineos.

El jefe era su hijo, joven membrudo, fuerte y gran cazador. Las mujeres recogían activamente las cosas del campamento, pero el jefe las reprendió a grandes voces por su lentitud. El viejo Koskoosh prestó atento oído. Era la última vez que oiría aquella voz. ¡La que se recogía ahora era la tienda de Geehow! Luego se desmontó la de Tusken. Siete, ocho, nueve... Sólo debía de quedar en pie la del chamán. Al fin, también la recogieron. Oyó gruñir al chamán mientras la colocaba en su trineo. Un niño lloriqueaba y una mujer lo arrulló con voz tierna y gutural. Era el pequeño Koo-tee, una criatura insoportable y enfermiza. Sin duda, moriría pronto, y entonces encenderían una hoguera para abrir un agujero en la tundra helada y amontonarían piedras sobre la tumba, para evitar que los carcayús desenterrasen el pequeño cadáver. Pero, ¿qué importaban, al fin y al cabo, unos cuantos años de vida más, algunos con el estómago lleno, y otros tantos con el estómago vacío? Y al final esperaba la Muerte, más hambrienta que todos.

¿Qué ruido era aquél? ¡Ah, sí! Los hombres ataban los trineos y aseguraban fuertemente las correas. Escuchó, pues sabía que nunca más volvería a oír aquellos ruidos. Los látigos restallaron y se abatieron sobre los lomos de los perros. ¡Cómo gemían! ¡Cómo aborrecían aquellas bestias el trabajo y la pista! ¡Allá iban! Trineo tras trineo, se fueron alejando con rumor casi imperceptible. Se habían ido. Se habían apartado de su vida y él se enfrentó solo con la amargura de su última hora. Pero no; la nieve crujió bajo un mocasín; un hombre se detuvo a su lado; Una mano se apoyó suavemente en su cabeza. Agradeció a su hijo este gesto. Se acordó de otros viejos cuyos hijos no se habían despedido de ellos cuando la tribu se fue. Pero su hijo no era así. Sus pensamientos volaron hacia el pasado, pero la voz del joven lo hizo volver a la realidad. CONTINUAR LEYENDO

domingo, 28 de noviembre de 2021

CONSEJOS A PADRES Y MADRES. Publicado por la Asociación Entrelibros de Granada el 30/12/2018.

Es bueno hacer de la lectura en voz alta una actividad cotidiana. La constancia es la mejor virtud, pero no hay que hacer de esa actividad una imposición.

No se requieren aptitudes especiales para leer en voz alta. Lo importante es leer con pasión, con calma y con sentido. Es útil leer con anterioridad el libro que luego leerá a sus hijos. De ese modo hará una lectura más segura y fluida.

No olvide que los libros no los lee para darles clase o evaluarlos, sino para pensar y sentir juntos. La lectura en voz alta es un momento de placer tanto para sus hijos como para usted, una manera amorosa de relacionarse con ellos.

Cualquier momento del día es bueno para leerles: a la hora de acostarse, después de comer, durante la merienda, al terminar los deberes, en los desplazamientos, en la espera de la consulta del pediatra… Lo importante es hacerlo sin prisas y sin agobios. Sus hijos deben percibir que durante ese tiempo solo cuentan ellos.

Si se hace en el hogar, es preferible buscar un lugar confortable y acomodarse allí junto a sus hijos. Ese espacio debe ser reconocido por ellos como un lugar de calma y disfrute.

Conversar con ellos acerca de las historias leídas, responder a sus preguntas o resolver sus dudas hace que la lectura sea una fuente de conocimiento sobre la vida y sobre las personas. Preste atención a los comentarios que hacen al hilo de la narración. Son valiosas expresiones de su mundo interior.

Si el libro elegido no les gusta a sus hijos, escoja otro. Si las circunstancias no son favorables es mejor aplazar la lectura.

Conviene prestar atención a los gustos de sus hijos. Anímelos a hojear los libros y a elegir. Es bueno ser socios de alguna biblioteca pública y visitar periódicamente la biblioteca del colegio donde estudian. Pida consejo a los bibliotecarios y a los profesores de sus hijos.

Regalar libros con regularidad favorece el gusto por la lectura y les ayuda a formar su propia biblioteca.

LA IMPORTANCIA DE LA LECTURA EN VOZ ALTA

Leer un libro en voz alta a los niños es, por encima de todo, una demostración de afecto. Es un modo dichoso de relacionarse con ellos, de estar junto a ellos. Es un regalo en forma de tiempo, dedicación, escucha, conversación.

Las palabras de los libros hacen hablar a quienes los leen y los escuchan. Leer a los niños en voz alta implica estar dispuestos a escuchar y acoger sus fantasías, sus confidencias, sus recuerdos, sus pensamientos, sus emociones.

Al exponer a los bebés y a los niños pequeños a las palabras, los sonidos o las historias de los libros les estamos ayudando además a construir su lenguaje, a desarrollar su comprensión y a descubrir los mecanismos de la lectura y la escritura.

Escuchar historias leídas por otros prepara a los niños para leer luego por sí mismos. No se trata de enseñarles a leer precozmente, sino de interesarlos en el lenguaje y los libros, de estimular su curiosidad y su conocimiento. El éxito o el fracaso escolar tienen mucho que ver con las experiencias de los primeros años de vida.

Esas experiencias repercuten favorablemente en la salud de los niños. Contribuyen al crecimiento armónico de la infancia y a la prevención de futuras afecciones físicas y emocionales.

domingo, 21 de noviembre de 2021

EL PODER. Un poema de Audre Lorde que compartimos en la Tertulia de la Fundación Peñascal-Bolueta

"El Poder" es un poema escrito acerca de Clifford Glover, un niño negro de diez años de edad, quien recibió un disparo de un policía. Posteriormente, el policía fue absuelto por un jurado donde uno de los miembros era una mujer negra".

La diferencia entre la poesía y la retóricaes estar
preparado para matarte
tú mismo
en vez que a tus hijos.


Estoy atrapada en un desierto hecho de heridas a bala
todavía abiertas
y un niño muerto arrastra su rostro negro y destrozado
más allá del horizonte donde acaban mis sueños
la sangre de sus mejillas y de sus hombros perforados
es el único líquido a kilómetros a lo redonda y mi estómago
se revuelve al imaginar el gusto que tendrá, mientras
mi boca dividida en dos labios resecos
sin tener una lealtad o una razón para ello ,
está sedienta de su sangre húmeda
mientras naufragan en la blancura del desierto
donde estoy perdida
sin imaginación ni magia posible
tratando de convertir todo este odio y esta destrucción en un poder
tratando de curar con besos a mi hijo agónico
pero, nadie, salvo el sol limpiará sus huesos con rapidez.

El policía que, en Queens, derribó con un disparo al chico de diez años
estaba a su lado, con sus zapatos bañados con la sangre de él
y una voz dijo: "Muere, pequeño hijo de puta" y
hay videos que prueban esto. En el juicio
el policía dijo que fue en defensa propia:
"No reparé en el tamaño ni en ninguna otra cosa
salvo en el color." Y
hay videos que prueban esto también.

Hoy día, ese hombre blanco, de treinta y siete años,
con trece de servicio
ha sido puesto libertad por once hombres blancos
que dijeron que estaban satisfechos
porque se había hecho justicia
y una mujer negra que dijo:
"Me convencieron". Esto es:
ellos arrastraron su cuerpo de mujer negra, de un metro veinticinco de estatura,
por sobre los carbones ardientes de cuatro siglos de aprobación del macho blanco
hasta que ella renunció al único poder real que alguna vez tuvo
y decoró con cemento su propia cuna
para construir allí un cementerio para nuestros hijos.

No he sido capaz de palpar la destrucción dentro de mí.
Pero a menos que aprenda a usar
la diferencia entre la poesía y la retórica
mi poder también se corromperá como molde envenenado,
se volverá flojo e inservible como un alambre suelto
y un día tomaré mi enchufe rabioso
y lo conectaré al lugar más cercano,
violaré a una mujer blanca de ochenta y cinco años
quien es a su vez madre de alguien
y mientras la golpeo hasta dejarla sin sentido y le prendo fuego a su cama
un coro griego estará cantando una canción con ritmo del vals:
"Pobrecita. Ella nunca hirió a un alma. ¡Qué bestias son los negros!".


lunes, 15 de noviembre de 2021

EL AZUL ES UN COLOR CÁLIDO. Una novela gráfica de Julie Maroh

Que yo recuerde, esta es la primera Novela Gráfica que hemos compartido dialógicamente en una Tertulia Literaria, concretamente, en la de la Fundación Peñascal-Bolueta de Bilbao, y creo que volveré a repetir la experiencia con otros textos, ya que la sesión fue realmente productiva en  todos los sentidos.

El azul es un color cálido narra la historia de amor entre dos mujeres francesas al comienzo de la década del 2000. La protagonista describe sus sentimientos ante temas como el primer amor y la aceptación de la homosexualidad.​ La obra fue galardonada con el premio del público en el Festival Internacional de la Historieta de Angulema de 2011. También se realizó adaptación cinematográfica en 2013, titulada La vida de Adèle

Argumento: Después de la muerte de Clémentine, su exnovia Emma se dirige a casa de los padres de la difunta para cumplir su última voluntad: leer sus diarios personales. Toda la acción transcurre en Lille (Francia) entre 1994 y 2008.​

En el primer diario, Clémentine se describe como una joven quinceañera que vive una adolescencia despreocupada y ha comenzado a salir con un compañero de secundaria. Sin embargo, su percepción de la vida cambia por completo cuando se cruza por la calle con una pareja de lesbianas, enamorándose a primera vista de una intrigante mujer de cabello azul. A partir de ese momento, las crecientes dudas sobre su identidad sexual harán que intente conocerla con la ayuda de su amigo Valentin, un chico homosexual que comprende por lo que está pasando. En el resto de los diarios Clémentine relata toda su relación con Emma, las reacciones negativas de su círculo personal, los primeros encuentros sexuales, y como todas esas experiencias han construido el relato de su vida.

viernes, 12 de noviembre de 2021

NUEVA TERTULIA EN LA FUNDACIÓN PEÑASCAL-BOLUETABARRI (BILBAO)

Ayer tuvimos una nueva sesión de Lectura Dialógica Compartida/Tertulias literarias en el centro que la Fundación Peñascal tiene en Bolueta. Esta vez, además de los habituales, nos acompañaron Aitor, Leire, y Loreto, director, jefa de estudios y profesora, respectivamente, del IES Eskurtze de Bilbao. El tema sobre el que estuvimos compartiendo lecturas y dialogando a partir de distintos artefactos culturales fue el de la Discriminación.

Comenzamos la sesión leyendo un poema de Audre Lorde, titulado El poder. Es un poema escrito acerca de Clifford Glover, un niño negro de diez años de edad, quien recibió un disparo de un policía. Posteriormente, el policía fue absuelto por un jurado donde uno de los miembros era una mujer negra".

Después pasamos a un álbum ilustrado: Tres con Tango, que cuenta un suceso real ocurrido en el zoo de Central Park de Nueva York en el que dos pingüinos machos forman pareja, incuban un huevo y acogen, alimentan y enseñan a la criatura que surge de ese huevo.

Posteriormente charlamos acerca de una novela gráfica, El azul es un color cálido, de Julie Maroh, que nos presenta la historia una relación lésbica con gran parte de sus variables.

A continuación trabajamos sobre un artículo de Irene Vallejo, Llorad, llorad, valientes, en el que la autora nos hacer ver el contraste, en cuanto al llanto de los hombres en público, entre la actualidad y lo que refleja la literatura de las grandes epopeyas del mundo clásico.

También escuchamos un podcast de la Cadena SER, "Acontece que no es poco", de Nieves Concostrina, titulado: "Oscar Wilde, guerra a muerte a los puritanos", en el que nos relata el juicio y la condena al escritor por su homesexualidad, el rechazo hacia el escritor que esto produjo en aquella sociedad tan pazguata, y lo que ocurrió con su tumba.

Finalizamos con esta viñeta de El Roto que, como se puede apreciar, nos propone un diálogo sobre muchas cuestiones de actualidad.

Y con esto terminamos la sesión. Hoy hacen la evaluación de la sesión, pero, aunque no sé el resultado, sí que puedo decir que las dos horas se pasaron volando, que hubo muchas y argumentadas intervenciones sobre los diferentes temas que iban apareciendo, y que nuestros invitados del IES Eskurtze dijeron que les había gustado mucho la sesión y que habían sacado ideas para llevarlas a su Instituto. Poco más se puede añadir, salvo que seguiremos trabajando para que la próxima sesión llegue a ser tan o más fructífera que esta.

martes, 2 de noviembre de 2021

LO QUE VALE UNA VIDA. Un poema de Rafael Juárez

También en el Centro de Formación de Cáritas de Vitoria-Gasteiz, hemos compartido este poema de Rafael Juárez.

Es un poema que nos habla de la vida vista desde la perspectiva que da la atalaya de la edad, por eso, al ser los grupos de tertulias de personas mayores, el diálogo que ha surgido nos ha servido para profundizar en lo que ha sido y lo que está siendo nuestra vida.

Es un poema que, en mi opinión, va que ni pintado para una tertulia intergeneracional o, si se quiere, para una de jóvenes, adolescentes o niños o niñas.

Estoy en esa edad en la que un hombre quiere,
por encima de todo ser feliz, cada día.
Y al júbilo prefiere la callada alegría
y a la pasión que mata, la renuncia que hiere.

Vivir entre las cosas, mientras que el tiempo pasa
-cada vez menos tiempo para las mismas cosas-
y elegir las que valen una vida: las rosas
y los libros de versos, y el viaje y la casa.

Hasta ahora he vivido perdido en el mañana
-seré, seré, decía- o en el pasado -he sido
o pude ser, pensaba- y el mundo se me iba.

Ahora estoy en la edad en la que una ventana
es cualquier aventura, y un regalo el olvido.
Ya no quiero más luz que tu luz mientras viva.

EL BISABUELO. Un cuento de Hans Christian Andersen ( (1805-1875)

Hoy hemos comenzado las Tertulias en el Centro de Formación de Cáritas de Vitoria-Gasteiz en dos grupos de mujeres, casi todas mayores. Y entre las lecturas que hemos compartido está el cuento de "El Bisabuelo", de Hans Christian Andersen. Es un cuento que plasma una situación de la época -y de todas las épocas- en cuanto a las relaciones intergeneracionales.

Ahora bien, el relato también nos da oportunidad para reflexionar sobre la sociedad de aquel tiempo y la que no está tocando vivir.
Párrafos como éste: 

—Los hombres se vuelven más listos, pero no mejores —decía el bisabuelo—. Inventan armas terribles para destruirse mutuamente.

—Así las guerras son más cortas —replicaba Federico—, No hay que aguardar siete años para que venga la bendita paz. El mundo está pletórico, y a veces le conviene una sangría.

Han generado una serie de diálogos que nos han llevado a reflexionar sobre el contraste entre el avance del conocimiento y el de la moral y la ética, o plantearnos la cuestión de la brevedad de las guerras, así como la conveniencia de periódicas sangrías en la humanidad.

En resumen, un texto que da mucho juego y que, en mi opinión, es válido para todas las edades.