domingo, 21 de febrero de 2021

EL TIOVIVO, un cuento de Ana Mª Matute

Este es uno de los veintiún relatos de que consta el libro de Ana Mª Matute, "Los niños tontos" y que irá poniendo en este blog. Son microrrelatos en los que prima, no ya la tontuna, sino la inocencia o, si se quiere, la mirada al mundo desde el otro lado del espejo. No los hemos hecho en muchas tertulias porque a las personas mayores les parecen unos relatos muy duros y que no llegan a captar. Pero a mí me parece, igual que al Principito, que lo que les pasa es que no están acostumbrados a mirar la vida desde el otro lado del espejo, cosa para los niños y las niñas no tiene ninguna dificultad. Así que recuerdo a una profesora de Navarra que sí se atrevió con uno de ellos, que aparecerá en el blog más adelante, en primero de primaria, y que quedó asombrada con lo que sus alumnos dijeron.

EL TIOVIVO

El niño que no tenía perras gordas merodeaba por la feria con las manos en los bolsillos, buscando por el suelo. El niño que no tenía perras gordas no quería mirar al tiro en blanco, ni a la noria, ni, sobre todo, al tiovivo de los caballos amarillos, encarnados y verdes, ensartados en barras de oro. El niño que no tenía perras gordas, cuando miraba con el rabillo del ojo, decía: “Eso es una tontería que no lleva a ninguna parte. Sólo da vueltas y vueltas y no lleva a ninguna parte”. Un día de lluvia, el niño encontró en el suelo una chapa redonda de hojalata; la mejor chapa de la mejor botella de cerveza que viera nunca. La chapa brillaba tanto que el niño la cogió y se fue corriendo al tiovivo, para comprar todas las vueltas. Y aunque llovía y el tiovivo estaba tapado con la lona, en silencio y quieto, subió en un caballo de oro que tenía grandes alas. Y el tiovivo empezó a dar vueltas, vueltas, y la música se puso a dar gritos entre la gente, como él no vio nunca. Pero aquel tiovivo era tan grande, tan grande, que nunca terminaba su vuelta, y los rostros de la feria, y los tolditos, y la lluvia, se alejaron de él. “Qué hermoso es no ir a ninguna parte”, pensó el niño, que nunca estuvo tan alegre. Cuando el sol secó la tierra mojada, y el hombre levantó la lona, todo el mundo huyó, gritando. Y ningún niño quiso volver a montar en aquel tiovivo.
FIN

No hay comentarios:

Publicar un comentario